Ayer, a 25 de octubre de 2014, en el X aniversario del Museo de la Biodiversidad de Ibi (Alicante), tuvo lugar una conferencia de la mano de Don Miguel Delibes de Castro, biólogo y profesor del CSIC. Fue director del Parque Nacional de Doñanade 1988 a 1996, colaboró con Felix Rodríguez de la Fuente escribiendo la enciclopedia Fauna y ha sido premiado con distinciones como el Premio al Mérito a la Conservación del WWF Internacional, el Premio de Protección Ambiental de la Junta de Castilla y León y el Premio a la Protección del Medio Ambiente Rei Jaume I. También divulgador, algunas de sus obras escritas, además de los trabajos científicos, pueden ser La tierra herida, escrito junto a su padre, el famoso de las letras españolas, Miguel Delibes, o Vida, la naturaleza en peligro.
La conservación de la biodiversidad depende tanto de los científicos como de la sociedad y de la administración pública pero estos grupos suelen tener criterios dispares y generalmente enfrentados. El señor Delibes recalcó que lo más importante es conservar los procesos (el ciclo del agua, nutrientes, fósforo, la descomposición de la materia orgánica…) pero este enfoque ecosistémico no engancha a la sociedad por técnico y, a veces, abstracto.
¿Por qué una especie y no muchas? ¿Valen más unas que otras? La respuesta es no. Sin embargo, algunas de ellas, las emblemáticas, son capaces de emocionar a la sociedad. Y es que además del factor racional y científico, en estos temas, la inteligencia emocional es necesaria. Y si se ensalza a una especie emblemática, bandera y paraguas de todas las demás y del medio en el que vive, entonces se justifican los esfuerzos. Él mismo ejemplificó: “¿Qué conmueve más a la sociedad, un alcatraz petroleado en la orilla del mar o la pérdida de la vida microscópica que regula las redes tróficas en las zonas contaminadas por el crudo?” Sin embargo, no se debe caer en la “seducción ambientalista”, palabras de otro erudito en el tema, porque se corre el riesgo de sobre apreciar al objeto de la seducción (la especie bandera, emblemática) que al objetivo de la conservación (el ecosistema).
La conservación depende de lo que la sociedad entienda qué es la conservación. Conservar y proteger no son la misma cosa. Aunque el lince o el águila calva o el oso polar estuvieran “salvados”, protegidos, se puede estar perdiendo la batalla de la conservación. Reproducir en cautividad especies emblemáticos sólo es un parche a corto plazo, tanto para la especie en peligro como para quienes no terminan de entender lo que supone la conservación. Lo importante es lo que hay bajo la bandera, las demás especies, las claves, las redundantes, el sistema, los procesos. Sin embargo, ¿qué ocurre si se pierde la especie bandera? ¿Qué ocurre si el lince se extingue? Pues que se corre el peligro de asumir la rendición y abandonar todo lo que el lince representa: el monte mediterráneo, los conejos, las marismas de Doñana, los planes de recuperación del medio y, lo más grave, las ganas de seguir trabajando por la biodiversidad. Por esto quizá, además de las grandes especies, sea recomendable proponerse objetivos más pequeños en la conservación, aquellos compromisos que la sociedad esté dispuesta a asumir, indicadores de que el mensaje de lo que hay bajo la bandera ha llegado con claridad y se asume como propio.
Independientemente de la charla oficial, el señor Delibes de Castro demostró sus amplios conocimientos sobre la ciencia y sobre la vida. Un gran orador que hizo amena hasta la última de sus frases y que, muy humildemente, agradeció a un pequeño y educado niño que quisiera hacerse una foto con él. En cuanto a nosotros, Grubial y compañeros del CIBIO de la Universidad de Alicante, amablemente se acercó para firmarnos unos ejemplares de su libro La tierra heredada que, con mucha respeto y agradecimiento, guardaremos en nuestras casas.
GJSD.